Queridos Lectores bajo la Luna, en varios paÃses se celebra a las madres cada 10 de mayo.
Este dÃa se aparta especialmente para celebrar a todas aquellas que en su camino de vida decidieron ser madres, ya sea porque su vientre arropó durante nueve meses a un pequeño ser, o porque la vida les entregó una criatura a la cual cuidar, o a todas aquellas que aun sin engendrar han sido madres de muchos corazones a lo largo de su existencia.
Para ser madre no se necesita engendrar vida, solo es necesario entregar la existencia en amor a los demás.
Y asà es cómo empezó mi camino en la maternidad.
Como ustedes bien saben Valentina es mi pequeño regalo de la vida, ella con sus rizos alborotados, sus travesuras interminables, su alegrÃa desbordada a cada momento del dÃa ha hecho de mi, una mujer con muchos defectos y limitaciones, un ser único y especial, con poderes ilimitados y fuerza sobrenatural. Al escribir estas palabras me siento super heroÃna, disculpen queridos Lectores bajo la Luna que me eche flores yo sola.
Pero es que asà se siente una cuando se convierte en madre. Y si bien, esta tarea no es fácil, ya que el camino de la maternidad no empieza en el momento de la concepción, inicia mucho antes, cuando en un momento inesperado se escucha la pequeña voz que nos descubre ese deseo en el corazón y poco a poco nos va dirigiendo en complicidad con el universo hasta que las palabras se formulan tomando vida: Quiero ser mamá.
Para muchas el camino es sencillamente recto, para otras no tanto. En mi caso ustedes conocen poco de mi historia, pero el ser madre no fue algo que se me dio fácilmente. La maternidad esta llena de pérdidas y vacÃos, de noches largas e inconsolables, de soledades sin pronunciar.
Para cuando llegué al momento de ver las dos lÃneas rosas en aquel dispositivo blanco, ya mi corazón habÃa renunciado al deseo de ser mamá. Para mi fue una verdadera sorpresa. Llegó sin esperarlo, Valentina fue mi bebe arcoÃris.
El embarazo fue un periodo de resistencia en paz, pasé los nueve meses mirando el techo de mi habitación mientras mi barriga crecÃa y me servÃa de apoyo para los libros que me acompañaban mientras mi marido llegaba del trabajo. Mi pequeña es quien sabe los secretos más Ãntimos de mi ser, porque es la única que ha escuchado el compás de mi corazón.
Pero cuando pude sentir su pequeña mano en mi pecho por primera vez, todo esfuerzo fue bien sufrido, me enamoré perdidamente.
Cada noche en compañÃa de la luna mientras amamantaba a esa bebita de mejillas rosadas fue terriblemente hermosa.
No fueron momentos fáciles y no es que quiera mostrarme amarga, pero el posparto es esa parte de la maternidad donde estás descubriendo tu nueva faceta mientras un montón de hormonas te gritan desde todas direcciones lo que debes y no debes de hacer. Al mismo tiempo cada persona que te topas en el camino te dice que debes disfrutar esta etapa porque dura muy poco, te da un consejo que nunca pediste, te señala tus errores sin fijarse en los propios, y la lista puede convertirse interminablemente crÃtica. Bien dicen que el camino al infierno está marcado de buenas intenciones.
Todo esto aderezado de un pequeño ser que está aprendiendo a vivir en este mundo, que no entiende que hacer con sus manitas, o con las señales que le da su barriga al sentir estrujones y la única manera que encuentra de hacerse escuchar es el llanto.
Aquà es donde cada madre encuentra su propia fuerza y descubre que puede hacer mucho más de lo que alguna vez se creyó capaz.
Sino, ¿Quién puede abotonar los diminutos brochecitos de un zurrón en plena oscuridad y privada de sueño por más de cinco dÃas consecutivos?
Si a mi me lo preguntan, una verdadera heroÃna.
Los instantes se vuelven dÃas y cada dÃa da paso a una nueva etapa, cierras los ojos y tu bebe ya balbucea, volteas hacia un lado y ya empezó a caminar, tomas un tazón de papilla y tu bebe ya se sienta sola en la silla demandando ser atendida como persona grande. Cuando menos lo esperas pasas del pasillo de ropa de bebe al de niñas grandes. Todo en un suspirar.
Las travesuras se vuelven parte de la rutina diaria, la complicidad empieza a ser un invitado más en la mesa y una mirada tierna te hace sonrerir derritiendote por dentro.
Nuevos personajes entran en la vida diaria y ese pequeño bebe ya no es solo tuyo, el mundo te pide que lo entregues sin tomar en cuenta lo mucho que aun quieres tenerlo entre tus brazos.
Y asi, un dÃa estas en la fila de entrada en una escuela viendo como hace apenas unos instantes tenÃas a un pequeño ser en tu vientre y ahora ya con la mano te dice adios sin mirar atrás.
Nuevamente tienes que adaptarte, y nadie te prepara para esto.
La maternidad es un camino en soledad, aprendiendo todos los dÃas a dejar ir y soñando con lo que vendrá.
Das gracias en silencio porque aun puedes calmar sus llantos con un beso y sus heridas puedes limpiarlas con un poco de jabón, todavÃa eres a quien acude cuando llora y tiene miedo. Mientras rodeas a tu retoño te preguntas como le harás el dÃa de mañana cuando tú ya no seas suficiente para acompañarlo en este mundo.
Cuando tu beso ya no pueda sanar las heridas de su corazón y el jabón no limpie los golpes de su cuerpo.
Solamente quien ha amado de verdad sabe lo dolorosamente hermoso que es soltar.
Asà como los árboles en otoño…
La maternidad es ese mundo lleno de estereotipos y juicios al que entras sin estar preparada, aun cuando tengas tres, cuatro, cinco hijos. Es esa vida que escoges sin saber que ya te habÃa escogido a ti desde vidas atrás.
Es aprender a ser juzgada en silencio, criticada por cada decisión que se vive y adorada en dÃas especiales.
Ser madre no es solamente poner un plato de comida en la mesa y ayudar con la tarea, tienes que enseñar a amar cuando tu estás aprendiendo a hacerlo, tienes que perdonar que te llenen de vómito o que te señalen lo mala que eres, tienes que olvidarte de tus sueños para poder alcanzar los de alguien más.
Es renunciar y ganar mientras lo haces.
Es cambiar unos sueños por otros.
Es amar a quien te ha amado desde el primer dÃa de vida.
No es fácil ser madre, por ello es que siempre abrazamos a cada mamá que nos topamos, porque sabemos que lo necesita, que está dando lo mejor que tiene aún cuando cree que todo lo está haciendo mal y necesita dar aun más.
No es fácil sentirse egoÃsta porque extraña a esa mujer que antes era dueña de su existencia y podÃa levantarse con el viento sin pensar en la criaturita pequeñita que la acompaña. Los hubieras taladran duro al corazón cuando no puede dormir.
Ser madre es caoticamente hermoso, es por ello que necesitamos de un dÃa especial para recordar todo lo que una mamá ha dado por sus hijos. Para entender que no hay limites para quien entrega su corazón a diario.
Gracias mis queridos Lectores bajo la Luna, por compartir conmigo mi camino maternal de la mano de mi adorada Valentina. Ustedes lo hacen aún más especial.
Me despido de ustedes deseándoles un dÃa lleno de amor maternal con abrazos y pastel de chocolate.
Un abrazo
Erika C.