"No eres las veces que fuiste débil y caíste, eres la fortaleza en cada ocasión que te levantaste"
Bienvenidos una vez más mis queridos Lectores bajo la Luna, gracias por darme el privilegio de su compañía.
Hace tiempo escribí un pequeño relato mientras observaba a los colibríes revolotear en mi ventana. Sus alegres idas y venidas arrullaban mi atardecer cuando de pronto una palabra surgió lento... Culpa.
Culpa es una palabra bastante pesada. Su origen en lengua latina significa: falta o imputación.
Si nos vamos con este contexto entre las manos podemos encontrar que cada vez que sentimos culpa en realidad fue algo que nos faltó.
Me faltó honestidad, me faltó humildad, me faltó amor por ti o peor aún me faltó amor hacia mí de parte de mía...
Y para suplir esta falta nos echamos a cuesta una carga de reproches, estos pensamientos taladrantes donde cada error viene acompañado de juicios humillantes dejándonos con heridas más grandes que la que nos ocasionó nuestra falta en primer lugar.
Hemos sido criados con la culpa como compañera de vida y nos es difícil visualizar otra forma de vivir conforme pasan los años. Aceptar un error y entender que viene a consecuencia de una limitación propia y no una acción a voluntad, - haciendo un espacio aquí, inclusive al realizar alguna equivocación conociendo las erradas consecuencias de ello, es preciso entender que viene de nuestros límites como seres humanos-, es comprender que no somos perfectos, es darnos y mostrarnos amor en la parte más oscura y difícil de nuestro existir.
Conocer que somos seres en distintas tonalidades, que abarcan desde la luminosidad gloriosa de un blanco perfecto hasta la conjunción majestuosa de cada color existente logrando una intrigante negrura. Somos cada tonalidad entre estos opuestos, y es esto lo que nos permite ser únicos.
Aceptar con compasión nuestras faltas es tan revolucionario que desde el inicio de los tiempos ha sido castigado, pudiendo citar ejemplos como el que una manzana logró la expulsión de un lugar único, también llevó a cabo varias ejecuciones entre fuegos y cuerdas, no olvidando los azotes, calumnias, rechazos…
Hay muchas maneras de sustituir nuestra falta para convertirla en culpa, pero ¿Cuántas opciones para que la culpa se vuelva una ventana para el amor?
El amor se traduce en perdón cuando podemos ver más allá de nuestra falta y entendemos, con el conocimiento del alma, que nuestras acciones están condicionadas a una limitación que viene adherida en nuestro ADN o adquirida a través de una herida.
Sea cual fuere el origen, la falta nunca se reducirá si buscamos sustituirla con la culpa.
La valentía es necesaria para romper el patrón ancestral y no poner así la culpa sobre nuestros hombros, sino más bien llenar nuestras espaldas de compasión por nuestro ser.
Siendo rebeldes hemos de encontrar nuevos caminos donde la tolerancia por nuestras faltas nos lleve a comprender que somos seres perfectos en eterna deconstrucción para poder ser capaces de seguir construyendo
El día que podamos colocar en nuestras espaldas la suma de todos nuestros esfuerzos y el amor en cada uno de ellos en lugar de aquellos reproches llenos de culpa caminaremos más ligeros. Y, al no ser arrastrados por nuestros juicios seremos capaces de tender una mano amorosa a quien nos acompaña en nuestro camino.
Después de cada tormenta llega un arcoíris, hay esperanza después de todo...
Me despido mis queridos Lectores bajo la Luna compartiéndo con ustedes el video del relato titulado Culpa.
Un abrazo,
Erika
Commenti