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  • Foto del escritorERIKA Castillo

La Tinta bajo la Luna: Es Viernes ayer, hoy y mañana...


La mano que ordena la Entropía sangra despacio, entre las cortinas del pasado y el futuro, en un presente permanente donde cada acto, cada lágrima y cada oración entretejen la vida eterna.


La desesperación tomó forma humana y colgando del madero gritó a los cielos reclamando el abandono.

Cuán grande fue el dolor que vivió el Hijo del hombre, que el miedo y la soledad se apoderaron de su voz y en el último suspiro quedaron latentes a la espera de redención.


El sufrimiento traspasó los eones de la existencia, rasgando a quien por amor se entregó a través de su Hijo, provocándose una herida en el alma que no deja de supurar, porque para quien está por encima del tiempo no tiene ayer ni mañana, la linealidad de la vida es un infinito de posibilidades encerradas en la libertad del albedrío.


El dolor del Hijo de David fue el calvario del Padre, quien también sintió en carne propia el azote del látigo mientras las súplicas de Su Hijo le abrieron el pecho, arrancándole el alma.


Dolor de padre, dolor de hijo, creando heridas eternas en memorias vivientes.


La mano que ordena la Entropía sangra lentamente, viviendo entre el pasado y el futuro. En la infinidad del presente por amor Su costado se abrió a la humanidad y se extendió entre la infinitud de la vida.


La mano que ordena la Entropía sangra, lento… Es Viernes ayer, hoy y mañana…


Erika C.


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